martes, 8 de julio de 2008

La batalla de Stalingrado, de William Craig.



Autor e Historiador, el estadounidense William Craig cuenta en ésta estupenda recreación histórica cómo quedó atrapado al contemplar la fotografía del mariscal de campo Friedrich von Paulus -responsable del VI Ejército alemán en el cerco ruso a Stalingrado-, tras ser capturado."Su rostro estaba lleno de arrugas; sus ojos hablaban de las pesadillas que había vivido. Aquel oficial alemán, en un tiempo arrogante, era ahora un hombre acabado". La aniquilación del VI Ejército marcó el punto de inflexión del dominio nazi sobre el continente europeo. Aún cautivado por aquella fotografía, Craig se embarcó en la investigación de lo sucedido en aquellos años en el cerco de la ciudad rusa, estudiando los archivos oficiales de ambos bandos, visitando el campo de batalla, entrevistando a testigos o a sus descendientes, recopilando diarios, fotografías y cartas. Craig presenta su relato intercalando comunicaciones, cartas, introducciones generales, acciones dialogadas y pensamientos de manera magistral, trasladándonos al centro del Moloch nazi sin necesidad de que el lector necesite realizar ningún esfuerzo para adentrarse en él.

En sus propias palabras:

"(...), lo más absorbente de todo fue la gradual desintegración moral y física de los soldados alemanes cuando se percataron de que su suerte estaba echada. En su lucha por hacer frente a lo increíble, radica el dramatismo último de los acontecimientos. La brutalidad, el sadismo y la cobardía destacan notablemente en la historia. La envidia, la ambición desbocada y la insensibilidad ante el sufrimiento humano se dan con abrumadora frecuencia. El hombre aspira a la grandeza, pero demasiado a menudo sus esperanzas quedan sumergidas por el instinto primario por sobrevivir a cualquier precio. Lo que sucede entonces no es agradable de leer. Ningún libro que describa tan amplias matanzas puede serlo. En Stalingrado fuimos testigos presenciales de una monumental tragedia humana".

Me gustaría acabar el post con la carta que el General alemán Schwartz envió a su esposa el 13 de enero de 1943, incluída en las páginas finales:

"Pues bien, ha llegado el tiempo de ser muy sincero y escribir una carta valiente sin tratar de hacer ver las cosas mejor de lo que son...Durante los pasados días, he comprendido y visto claramente que el final será uno acerca del cual nadie ha hablado hasta aquí. Pero ahora debo hablar yo. Llegará un día en que oirás hablar de nuestra batalla hasta el final. recuerda que las palabras que se refieren a una acción heroica son meramente palabras. Espero que esta carta llegará a tus manos porque quizá sea la última que pueda escribirte...Estoy seguro de que me tendrás en tu recuerdo y que contarás a los niños todas las cosas cuando llegue el tiempo apropiado. No debes llorar mi muerte. En el caso de que la suerte te eche una mano, no dejes de cogerla...Tú debes vivir y estoy seguro de que todo continuará. Debes hacerte cargo de una taarea y cuidar de nuestros pequeños. Te llevaré en mi corazón hasta el último momento. Estarás conmigo hasta que exhale mi último aliento. Sé que eres una mujer valiente. Te sobrepondrás a todo esto...Tienes a los niños como una prenda de nuestra vida en común...Quizás algún día puedas enseñarles los lugares en que fuimos felices juntos...Vive a tu gusto con nuestros queridos niños, abrázalos con toda tu fuerza y ámalos y cuida de ellos. Ellos te darán ánimos para ser capaz de cuidarlos. La vida continuará en los niños. Os deseo a todos un dichoso futuro en Alemania y espero que la patria acabe siendo la vencedora".

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