sábado, 10 de octubre de 2009

Un árbol crece en Brooklyn


Una de las novelas más hermosas que he leído nunca.
Las navidades pasadas un pequeño libro llamó mi atención:
Tenía un precioso cuadro de Norman Rockwell como portada (Chica ante el espejo, de 1954) y una remarcable crítica de Paul Auster recomendándolo.
Betty Smith creó una obra redonda, hermosa, llena de matices, miradas y profundidad que cautiva a poco que se adentra uno en ella. Los personajes se funden con el lector y le acompañan como si uno realmente los conociese o fuese vecino suyo.
Los inicios de los años veinte del siglo pasado, Brooklyn, y la pobre aunque luchadora familia Nolan son los protagonistas. Francine, la pequeña, delgada y tremendamente curiosa niña de la familia es el centro de la trama. Su inteligencia y sensibilidad hacia la vida vertebrarán al resto de personajes y tramas secundarias.
El propio título no es más que una metáfora de la historia. Si esto no es poesía, pocos escritos lo serán...
La autora nació a finales del siglo XIX en Brooklyn, de familia de inmigranes alemanes. Pese a dedicarse al teatro, el éxito de la novela consiguió que escribiese otras tres obras narrativas.
El director Elia Kazan adaptó a la gran pantalla la novela.
Una frase de pequeña Francine:
"¿Qué? ¡Ah! La novela. La escribí a ratos perdidos. No se tarda mucho en escribir sobre temas de los que no se sabe nada. En cambio, la realidad cuesta mucho más, porque hay que vivirla primero".

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