Las miradas hablan... Especialmente en la penumbra de una habitación. Las miradas besan y acarician, y aman y perdonan, y reconfortan. Nos hacen llegar al corazón humano en el más atronador de los silencios.
Elena Anaya y Natasha Yarovenko muestran sus cuerpos sin pudor a la cámara, más no expresan mayor intensidad con ellos que con sus hermosas e intensas miradas.
Habitación en Roma narra la relación íntima entre las recién conocidas mujeres la última noche en que ambas estarán en la Ciudad Eterna.
Medem consigue un medido espectáculo sensual, donde brillan las protagonistas por méritos propios, aunque es cierto que un cierto carácter forzado e impostado comienza a hacerse notorio en las escenas trágicas, donde pese a las buenas interpretaciones todo suena a banal y planificado.
El planteamiento puramente teatral que transmite a la perfección el paso del tiempo no se ve lamentablemente acompañado de la cercanía psicológica, de la complicidad del observador con el objeto de su mirada.
Dos destellos iluminan el metraje (además de sus actrices):
El primero, tomado prestado del Smoke de Paul Auster,con esa imagen mostrada del pasado y que introduce el elemento fotográfico dramatico desde lo alto.
El segundo (y lamentablemente usado dos veces más a posteriori), el hermoso descubrimiento del instante en que vemos con claridad lo que una de las protagonistas empieza a sentir por su compañera, con la visión de cierto ser mitológico pintado en el techo puntando hacia ella.
Miren ustedes y decidan por sí mismos...
Elena Anaya y Natasha Yarovenko muestran sus cuerpos sin pudor a la cámara, más no expresan mayor intensidad con ellos que con sus hermosas e intensas miradas.
Habitación en Roma narra la relación íntima entre las recién conocidas mujeres la última noche en que ambas estarán en la Ciudad Eterna.
Medem consigue un medido espectáculo sensual, donde brillan las protagonistas por méritos propios, aunque es cierto que un cierto carácter forzado e impostado comienza a hacerse notorio en las escenas trágicas, donde pese a las buenas interpretaciones todo suena a banal y planificado.
El planteamiento puramente teatral que transmite a la perfección el paso del tiempo no se ve lamentablemente acompañado de la cercanía psicológica, de la complicidad del observador con el objeto de su mirada.
Dos destellos iluminan el metraje (además de sus actrices):
El primero, tomado prestado del Smoke de Paul Auster,con esa imagen mostrada del pasado y que introduce el elemento fotográfico dramatico desde lo alto.
El segundo (y lamentablemente usado dos veces más a posteriori), el hermoso descubrimiento del instante en que vemos con claridad lo que una de las protagonistas empieza a sentir por su compañera, con la visión de cierto ser mitológico pintado en el techo puntando hacia ella.
Miren ustedes y decidan por sí mismos...
Para no hacer offtopic en hilo "Stich"...
ResponderEliminarLo dicho. Identificados y anónimos, predecibles. Eso sí, pese a toda la carne que se adivina en los trailers de esta peli, este anónimo se abstendrá de verla. Despúes de Caótica Ana, se me quitaron las ganas de ver otra de Julio Medem.
De todas formas, se agradecen recomendaciones.
No ví Caótica...
ResponderEliminarMe gustaron Loa amantes...Lucía y..y alguna otra.
Será que como elegí una foto sin carne no han puesto más comentarios en este post,jejeje
Tú haz la prueba.
ResponderEliminarY yo, prometo que no comentaré nada.
No hace falta:
ResponderEliminarAmbos sabemos el resultado...y que acabarás comentando,jejej
Acabo de verla y me ha gustado muchísimo. El tema de la carne... bueno, de primeras impacta, pero acaba naturalizándose, pues no hay más que entender que son dos amantes solas en una habitación para no preocuparse de más. Creo que si estuviera basada en un libro, éste sería una pasada.
ResponderEliminarLa banda sonora me parece escalofriante (me encanta) y la fotografía maravillosa. El juego con las pinturas de la habitación me resulta inteligente y bastante logrado, incluida la repetitiva imagen del querubín.
Saludos.
Me alegra que te gustase, Tato
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