Arrugas, Las calles de arena y este último El invierno del dibujante, tan lejanas en temática, comparten la pasión por la historieta, el tesón de realizar los propios sueños y la capacidad para encontrar la propia voz enganchando al lector en cada etapa del camino.
Respecto a la nueva obra, destacaría no sólo su capacidad para conectar con ella en tan solo unas páginas, sino también la caracterización de los personajes, el ritmo, el ambiente y el rescate de unas gentes y de una época tan cercana -en el tiempo- como injustamente olvidada.
La historia de aquellos autores de historietas de los años 50, artesanos explotados y maltratados -por la Editorial y por las dificultades de la época tras la guerra civil- que intentaron encontrar su propia voz creativa a pesar de los largos y pesados brazos de la censura y de la oposición del monopolio editorial de Bruguera merece ser recordada, así como la importante influencia de su trabajo en la historia del comic patrio.
Una lectura que nos muestra esa otra España desaparecida de inviernos más fríos y veranos más calurosos, de escasez y dificultades pero también de ilusión e imaginación.
Conti, Cifré, Peñarroya, Escobar y Giner intentaron lo imposible y tuvieron que ajustarse a la dura realidad, pero mostraron que otro mundo era posible, y que la lucha merecía la pena, como lo merece esta lectura.
Pues todos los que lo habéis leído en la blogosfera lo poneis por las nubes. ¿Tan bueno es?
ResponderEliminarPues no sé si será tan bueno.
ResponderEliminarEso es cuestión de gustos. Seguro que hay gente que lo lee y le deja frío...
A mí me gustó y me enganchó desde el inicio.