viernes, 24 de junio de 2011

Frases


“Y aquél chico-hombre-viejo-niño, se acunó con las frases aprendidas a lo largo del camino -camino corto, como lo son todos una vez acabaron-.

Frases cortas como la vida, porque a cada momento que pasa somos una nueva persona. Tenemos cientos, miles de fugaces vidas acumuladas, hablándose, discutiendo, mezclándose…

Se acunó con frases apuntadas, recordadas, oídas, releídas, amadas, que cortan el alma y lo revuelven, le dan la vuelta, y destrozan, y curan y entretienen…

Frases recopiladas a lo largo de toda una vida, que huelen a infancia, a manos de bebé fuertemente aferradas a la vida…

Frases que acunan el sueño inocente y que nunca podrían vislumbrar el tiempo que transforma al niño en tumba.

Frases de antiguas muñecas rotas en museos -olvidadas por sus pequeños dueños hace mucho, mucho tiempo-, sobrevivientes de civilizaciones enterradas.

Frases que terminan incorporándose a uno mismo, hasta no poder distinguir dónde empiezan ellas y dónde nosotros. Que sustituyen al propio ser cuando necesita curarse del mundo.

Frases con las que tu alma se une a la mía. Que hablan de ti. Que buscan volver a su verdadero hogar a través de mi mirada.

Frases que ven, que entienden y que aman. Sin palabras ni sonidos. Sin siquiera letras.

Frases que son sin ser. Que hablan sin ser pronunciadas, que te rodean y te perfilan, y que apenas se atreven a rozarte aunque nada más desean.

Frases que sustituyen a Dios como verdad cuando no hay nada más a lo que aferrarse.

Frases que vienen de frases que vienen de frases que vienen de frases que vienen de hombres que surgen de hombres que repiten de otros hombres. Un arco sin fin que sin embargo un día empezó y otro día terminará.

Frases como colchón, para evitar el dolor, para sustituir la pérdida por -en definitiva- nada. Para engañarnos a nosotros mismos, para fallarnos y después fallar al mundo.

Frases de adiós que se atascan en nuestra garganta, que desean salir y vivir, ahogadas por el mar que baña nuestras mejillas…

Frases de sábanas limpias cuando el lenguaje está aún despertando y no sabe aún cómo llamar a aquella sensación aunque lo intuye.

Frases de alegría sin motivo, salvo ser y estar, de amigos y juegos y buenos recuerdos.

Las frases con las que abrazo tu nombre para no olvidarlo.

Aquellas que me recuerdan tus ojos de color adolescente.

Que se introducen hasta saciar nuestro hambre, que sienten la necesidad de salir al exterior, transformadas, ya nuestras al fin, ya nuestras.

Aquellas que acarician tu vientre con mis labios.

Las que pronuncia nuestra piel al besarse.

Las que viven solas y recuerdan, cuando hace ya tiempo que uno mismo olvidó.

Y que acunan y cuidan de uno cuando no queda nada por decir más que adiós.”

J.C.

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