A finales de los 80 se publicaba la obra de Neil Gaiman y de Dave Mckean, que tantos buenos trabajos nos han traído desde hace décadas.
Orquídea trata sobre mitología y realismo, juega con el género, sus repercusiones y especificaciones propias (rompiendo las reglas establecidas), refleja una fuerza emotiva que pocos escritores han podido plasmar tan bien como Gaiman (en general, y principalmente en los cómics superheroicos) y sobre todo, destaca por el grafismo fotorrealista y expresionista, repleto de contrastes y colorido.
Es McKean el que hace que todo tome cuerpo y el que atrapa ese ojo que incluso ahora, más acostumbrado a la diversidad plástica, sigue quedándose fijo en su obra.
Larga vida al talento británico...
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