Me acerqué a la miniserie por las portadas de Ryan Sook, uno de mis autores más admirados, y ahí quedaron sus entregas a la espera de empezar la lectura.
Más allá de las portadas, la mini engancha por su acertado acercamiento, sus interesantes personajes y su perfecta resolución, en la mejor tradición de Star Wars (ya sabéis, aquella en la que se hacen las cosas bien porque tiene buenos profesionales al frente que saben cómo jugar con inteligencia con las piezas y la tradición interna, sabiendo ofrecer algo de calidad, entretenido y muy bien construido. Osea, sin influencia de Disney, básicamente).
Los 17 números comenzaron a ser publicados en 2006 por Dark Horse.
Sólo leyendo ya la segunda mini (The Ahakista Gambit) dan ganas de seguir leyendo el resto.
Guionizada con pulso, fuerza y energía por Brandon Badeaux y Rob Williams y dibujada por un estupendo Michel Lacombe (narrativamente y por su estilo, que me recuerda un poco a Brent Anderson) nos encontramos con una historia que transcurre 9 meses después de la batalla de Yavin.
Wyl Tarson, teniente del señor del crimen Raze, y también espía infiltrado de la Alianza Rebelde, es el protagonista. Su difícil equilibrio entre los grandes poderes de la galaxia y el señor del crimen y la relación especial con su pasado marcarán una historia en la que los personajes más dispares e interesantes se darán la mano (o se la intentarán cortar al otro) acompañados por uno de los mayores villanos de ficción de la historia...
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