Mi primer recuerdo del trabajo de Carlos Giménez son aquellas páginas de niños de posguerra, hambrientos, tristes y pasándolo mal, que leí cuando yo también era niño. Eran tan realistas y te transmitían tanta intensidad, que ese sufrimiento sentido, siendo aún niño, hizo que prácticamente hasta ahora me mantuviese lejos de su trabajo.
Ahora se reeditan algunas de sus historias cortas en formato apaisado.
Quizás el título no sea muy acertado porque alguna historia es tipo romance, aunque otras muchas no.
Independientemente de eso, todas las lecturas son interesantes, y la mayoría tremendas. Con ese toque realista que la propia vida tiene, por momentos dulce, por momentos agria y triste.
Grandes lecturas.
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