Paolo Sorrentino alcanzó la excelencia con La Gran Belleza. No hay necesidad de añadir nada más a eso. Aquella película significó la máxima de lo que un guión, unas interpretaciones y todo lo que se engarza para crear un film, pueden llegar a conseguir.
Respecto a La Juventud, y a pesar de ciertos momentos sin duda bellos, interesante, divertidos o profundos, el resultado ni es comparable ni debería serlo con aquella maravilla, y el que busque algo sublime o del calado de La gran belleza (o de algo menos pero de gran nivel) se equivocará casi con toda seguridad.
Tenemos una buena fotografía, tenemos buenos intérpretes (sublimes Keitel o Jane Fonda, destacabilísimos Weisz y Caine...), pero sin embargo no termina de engarzar la mezcla. Existe quizás un exceso de auto importancia, de pomposidad y de necesidad de aleccionar sobre lo grande que es todo esto que se está narrando. La combinación de ritmos y escenas quizás hubiese conseguido cuajar si sobre todo ello se hubiese dado espacio a la naturalidad, al realismo y se hubiese renunciado a la ostentación.
Tiene sus instantes, pero se queda en un intento quizás frustrado desde su concepción inicial.
¿El peso de los grandes aciertos o la necesidad de ajustarse a cada diferente tipo de proyecto?
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