Si hay un signo de inteligencia que destaque por encima de todos los demás es el saber reírse de uno mismo. Y Albert sabe hacerlo como pocos. En este tomo de 158 páginas Monteys da rienda suelta al humor consigo mismo como protagonista: neuras, contradicciones, despistes, dependencias, malos ejemplos...todas ellas tienen un punto gracioso y divertido que sabe hacer sonreír al lector, que se hace cómplice del autor (tanto si se ve reflejado como si no).
Monteys lleva décadas haciéndonos disfrutar con su humor y su maravilloso estilo gráfico, y por ello es uno de los grandes humoristas del país.
Por favor, siga haciéndolo, lo necesitamos.
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