A inicios de 2001 empezó a publicarse la serie de Los Exiliados en Marvel comics, agrupando a un combinado de personajes de diferentes realidades alternativas para intentar arreglar una serie de mundos en los que la vida estaba amenazada.
Judd Winick y Mike McKone (junto a Jim Calafiore en las primeras entregas, que ahora se reeditan en castellano) crearon una dinámica de grupo rica, interesante, creativa y con mucho gancho, en la que el desarrollo de personajes y la dinámica de grupo destacaron al mejor nivel creativo de la editorial.
Si a un puñado de personajes bien construidos y a los que acompañábamos encantados de saber más de sus mundos e historias pasadas le sumábamos esa dinámica rica entre los mismos (mezclando humor, sensatez, dolor, sacrificio, esperanza y amor), y unas tramas en las que se exploraban mundos diferentes (a lo what if?) con numerosas posibilidades que harían evolucionar a los protagonistas, más la revisitación a momentos clave de la historia de Marvel Comics (como la Muerte de Fénix, por ejemplo), el éxito no podía andar lejos.
Cada capítulo engancha más y más, y uno acaba el voluminoso tomo deseando leer mucho más.
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