Vuelve Eric Powell a su serie de creación personal, con también un retorno a la esencia inicial: una serie en la que lo básico es pasarlo bien con las andanzas y desandanzas de El Bruto y compañía en ese mundo triste y oscuro, repleto de ambientes lúgubres y sombríos, zombies y monstruos, y también de bromas, chascarrillos y réplicas entre personajes realmente divertidas.
Una de las causas de que dejase de leer la serie anterior fue esa pérdida de humor, que fue gradual hasta su completa desaparición. Se convirtió en una serie triste sin tramas ni personajes con los que pasarlo bien leyendo.
Este nuevo número uno parece que vuelve a retomar esa esencia, y espero que no se vuelva a perder.
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