"Uno no sabe lo que es la vida hasta que vive una guerra", recuerdo que comentó un anciano caballero que acudía a una boda a la que yo también estaba invitado.
Fue una frase que siempre he retenido en mi memoria, pese a que afortunadamente nunca he pasado (y ojalá nunca lo haga) por ese trago. O precisamente la recuerdo por ello, como recordatorio y aviso.
El caso es que cuando estalló la guerra en los Balcanes, estaba en plena adolescencia, cuando uno comienza a darse más cuenta de las cosas y a reflexionar sobre ellas, pero no tanto como para dejar de centrarse en las cosas propias: las risas y los amigos que nos brinda una sociedad y un país en paz y democracia. Por entonces los noticiarios evidentemente mostraban lo que pasaba y yo lo veía. Recuerdo también una clase en el instituto en la que hablamos sobre el conflicto, tras ver a un herido de un bombardeo ser transportado en una camilla. El herido, viendo que le estaban grabando en vídeo, resaltó su dedo corazón de la mano derecha, mostrándolo claramente a cámara. Recuerdo que hablamos sobre lo que aquel hombre quería decir ("Meteos esto donde os quepa, Naciones Unidas", fue la reflexión).
Tras tanto tiempo (y justo en un nuevo conflicto internacional en la actualidad) me he acercado al gran trabajo de Joe Sacco sobre la guerra en Bosnia oriental. Sacco llegó a Gorazde cuando lo peor había pasado, y nos brindó sus impresiones, su testimonio de aquellos a los que se acercaba:Las atrocidades, la locura, el dolor y el horror del pueblo. La pasividad de la comunidad internacional...El volumen obviamente no es para todos los estómagos, pero es necesario que no se olvide lo que pasó. Es difícil que la Humanidad no vuelva a repetir tales horrores, viendo cómo somos. Por tanto no dejar olvidar quizás no sirva para evitar un nuevo horror, pero sí sirve para homenajear a aquellos que ya no pueden contar su historia por sí mismos, porque fueron borrados de la vida injustamente.
Gorazde seguramente no sea una obra maestra. Tampoco necesita serlo. Es una obra comprometida, seria y necesaria. Una lección de entereza por parte de las víctimas y una responsabilidad para todos aquellos que conformamos el presente y el futuro del mundo.
No nos podemos permitir olvidar a los que quedaron atrás...
Fue una frase que siempre he retenido en mi memoria, pese a que afortunadamente nunca he pasado (y ojalá nunca lo haga) por ese trago. O precisamente la recuerdo por ello, como recordatorio y aviso.
El caso es que cuando estalló la guerra en los Balcanes, estaba en plena adolescencia, cuando uno comienza a darse más cuenta de las cosas y a reflexionar sobre ellas, pero no tanto como para dejar de centrarse en las cosas propias: las risas y los amigos que nos brinda una sociedad y un país en paz y democracia. Por entonces los noticiarios evidentemente mostraban lo que pasaba y yo lo veía. Recuerdo también una clase en el instituto en la que hablamos sobre el conflicto, tras ver a un herido de un bombardeo ser transportado en una camilla. El herido, viendo que le estaban grabando en vídeo, resaltó su dedo corazón de la mano derecha, mostrándolo claramente a cámara. Recuerdo que hablamos sobre lo que aquel hombre quería decir ("Meteos esto donde os quepa, Naciones Unidas", fue la reflexión).
Tras tanto tiempo (y justo en un nuevo conflicto internacional en la actualidad) me he acercado al gran trabajo de Joe Sacco sobre la guerra en Bosnia oriental. Sacco llegó a Gorazde cuando lo peor había pasado, y nos brindó sus impresiones, su testimonio de aquellos a los que se acercaba:Las atrocidades, la locura, el dolor y el horror del pueblo. La pasividad de la comunidad internacional...El volumen obviamente no es para todos los estómagos, pero es necesario que no se olvide lo que pasó. Es difícil que la Humanidad no vuelva a repetir tales horrores, viendo cómo somos. Por tanto no dejar olvidar quizás no sirva para evitar un nuevo horror, pero sí sirve para homenajear a aquellos que ya no pueden contar su historia por sí mismos, porque fueron borrados de la vida injustamente.
Gorazde seguramente no sea una obra maestra. Tampoco necesita serlo. Es una obra comprometida, seria y necesaria. Una lección de entereza por parte de las víctimas y una responsabilidad para todos aquellos que conformamos el presente y el futuro del mundo.
No nos podemos permitir olvidar a los que quedaron atrás...
2 comentarios:
Enlazando con este tema y otro de tus favoritos, te recomiendo el documental "30 30, Once Brothers" Te va a encantar.
Gracias por la recomendación.
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