Nueva edición del
Salón del Comic de Madrid con novedades este año, como el acertado cambio de recinto al Pabellón de Cristal de la Casa de Campo, cuya mayor amplitud permitió acoger al numeroso público -sobre todo el sábado, donde pese al mayor espacio se hacía complicado en ocasiones desplazarse por el interior- que disfrutó de charlas, exposiciones, sesiones de firmas y dibujos, numerosas tiendas y stands, zona de videojuegos, guadarropa -que se echaba en falta- y demás.
La perfecta labor organizativa que se lleva realizando desde hace años permitió disfrutar de todos los eventos sin complicaciones, a lo que contribuyó la mejor distribución de actividades y localizaciones merced al mayor espacio disponible.
Como viene siendo habitual , Alberto estuvo al frente del stand de venta de originales de los artistas, donde los aficionados al noveno arte podían adquirir (o simplemente admirar) sus obras por precios que iban desde unos pocos euros hasta los miles de por ejemplo, algunos de los pin- ups de
Carlos Díez, que acudió con su stand de la Academia C-10.
Los colegios también visitaron Expocomic, tanto de los más pequeños como de los chavales más crecidos.
Fueron cuatro días repletos de todo tipo de eventos que permitían pasar toda la jornada de un lado a otro si uno pretendía aprovechar a tope el tiempo.
Las exposiciones fueron realmente interesantes, con muestras del trabajo particular de
Santiago Sequeiros -autor del cartel de este año-, de
Martín Saurí y
Zapico, y de los maestros
Emilio y
Carlos -padre e hijo-
Freixas.
Con un plantel estelar de autores patrios y extranjeros, Expocomic atrajo a los aficionados al comic en busca de firmas y dibujos, a los que no importó desafiar a las inclemencias del tiempo durante horas esperando ser de los primeros en acercarse a sus autores favoritos -y por suerte este año sólo hizo frío importante el último día-. El sistema de firmas sigue funcionando, permitiendo seleccionar un autor por día (se reparten 10 números por autor y día), asegurando al fan acercarse al que le interesa como preferencia, pudiendo ir después a otros autores si da tiempo ya sin número. Significativa era la presencia de cierto individuo que en un mismo día intentó colarse no menos de siete veces delante de los demás sin esperar, haciendo varias colas al mismo tiempo y alegando cosas "No hago mal a nadie", "Yo no me quejo cuando me lo hacen a mí" o que replicó al decirle que eso no se podía hacer porque el sistema está para evitar ese tipo de conductas y que estaba mal, que aquello era "Una manera de verlo". Oveja negra aparte, el siste
ma funciona y todo está realmente organizado, lo que permite disfrutar aún más de todo el conjunto de ofertas. En esta ocasión numerosas editoriales acudieron con sesiones de firmas: Dibbuks, Norma, Glénat... Las sesiones de firmas de la organización -con múltiples autores a la vez- se podían complementar con las de los stands.
Entre los invitados, me gustaría destacar el talante y la calidad humana y creativa de
Klaus Janson. El artista, principalmente conocido como entintador -su labor marcó una época unido a
Frank Miller en el mercado estadounidense en los años ochenta del pasado siglo- mostró su enorme simpatía y sencilla manera de ser al mismo tiempo que su sentido del humor y su enorme conocimiento del medio.
Otros autores como
Frank Quitely se llevaron la palma a la hora de aglutinar gran cantidad de fans. Tanto Quitely como Janson realizaron una sesión aparte espontáneamente que no estaba programada, además de las organizadas.
Los autores patrios -y son cada vez más aquellos que trabajan para el mercado extranjero- realizaron maravillosos dibujos para los fans.
Jordi Bernet mostró su arte como siempre, -y piqué con un pequeño dibujo de unas caritas en el stand de originales- pero además se debió de sentir realmente inspirado, con dedicatorias realmente preciosas.
Guarnido y
Díaz Canales aglutinaron también una lista de espera de fans realmente inagotable, y muchos otros hicieron todo lo posible para que cada uno de los que esperaba se llevasen un bonito recuerdo (tanto estos dos últimos como
Jesús Merino -qué facilidad para dibujar y entintar-,
Juanjo Ryp se emplearon afondo en múltiples sesiones.
Aja, tan simpático y terremoto como siempre, se lo tomó con algo más de alma -lo que para él no es precisamente ir despacio en cualquier caso-, y
Ariel Olivetti vino cargado de impresionantes commission de encargo.
En fin, esta ha sido una primera mirada. En los próximos días más, no sin antes agradecer a organización, amigos y colegas -a algunos les puse cara por primera vez como al amigo Carlos- por estos estupendos días.