Recién celebrada su segunda edición, la Super convención londinense se me antoja como una de las más interesantes para el futuro cercano.
La organización funciona como un reloj, hay eventos para todos los gustos (sesiones de firmas oficiales, tiendas de comics y merchandising de todo tipo, stands de originales, charlas, stands donde los autores realizan sus encargos, ofrecen sus productos y hacen caja...) y el ambiente rezuma tranquilidad y cordialidad. Si a eso sumamos que el plantel de artistas y escritores invitados el sencillamente inmejorable y amplísimo, la conclusión es lógica.
¿Alguna pega? Bueno, podría decirse que evidentemente quien algo quiere algo le cuesta, así que evidentemente si no cuentas con fondos para pagar esos gastos, esta no es tu convención. También hay que decir que en España estamos bastante mal acostumbrados a que en todos estos eventos los autores regalen su arte por simplemente u apretón de manos y/o un café. Como artistas y trabajadores, realizan una actividad que por lo general no se remunera, algo que entra en contradicción con la valoración de su propia actividad: Si dejan de trabajar (y por tanto de ingresar dinero) para acudir a estos eventos (por mucho que se les paguen los gastos) algunos de ellos muy posiblemente opten por no presentarse...Por eso tal vez multitud de ellos (y de primer nivel) están dejando de acudir (también porque los presupuestos de los salones en España han bajado considerablemente) a nuestras tierras por pastos más verdes, con estos sistemas de modelo americano en los que ellos también pueden sacar un rendimiento a su trabajo, además de visitar otros países y ciudades.
Pagar por algo también limita el acceso de los que simplemente pasan por allí y no tienen nada mejor que hacer. Pagando se restringe mucho más a los aficionados verdaderamente interesados en el evento.
Ya específicamente sobre la convención, las tiendas de comics a 50 peniques (verdadera tentación con material muy cuidado y de todo tipo) fueron un gancho estupendo donde invertir mi tiempo entre sesiones de fimas y filas de autores para recoger encargos y/o pedir nuevos dibujos. Las tiendas con llaveros frikies, camisetas, orginales y relojes merecían la pena aunque sólo fuese por ver diseños y material...
Las sesiones de firmas de autores fueron de una hora, tan sólo para hablar un instante con los autores, firmar comics y hacerse alguna foto. Ya en las mesas que cada uno tenía en el salón, por lo general todos primaban las firmas de comics a los fans que allí se acercaban, parando los encargos para firmar, y siempre con buen talante (tanto Fabry como Sienkiewicz o Farmer, por poner algún ejemplo).
Cada autor tenía su propia tabla de precios (a algunos se les podía contactar antes del Salón para que trajesen hechas las commissions o para hacerlas o acabarlas en el fin de semana). Estos iban desde la gratuidad (Fabry) o el aporte voluntario (
Choi) para ayuda a alguna ONG a los miles de dólares en función de la complejidad de
Dell Otto o de Sienkiewicz. También se podía negociar qué tipo de encargo uno deseaba, y el precio a convenir entre ambas partes.
Jeff Scott Cambell usó el sistema de apuntar a todo el mundo que estuviese dispuesto a pagar 100 libras por un dibujo de la cabeza de un personaje, y una vez completa la lista, elegía 5-6 a realizar en el día.
Otros como Finch, hacían los encargos a la gente que esperaba allí mismo, mientras que Bermejo tomaba una lista cada día a primera hora y Gary Frank y Braithwaite mantenían su lista del primer día...Como véis cada maestrillo tiene su librillo. Mención especial para el Sr. Neal Adams, que cobraba 20 libras por hacerse una foto con él...
Los cosplayers eran de primer nivel, y fue un lujo poder compartir tantos buenos momentos con fans, artistas, amigos y colegas de todo tipo de países (Inglaterra, Francia, España, Alemania, Hungría...).
Londres está en el mapa, amigos...
Fotos:
Bill Sienkiewicz dibujando, tres de los cosplayers y commission de David Mack (gracias al amigo Fran)