El 33º volvió a ser una vez más el mayor evento del año, con numerosas actividades e invitados.
De nuevo la variedad fue la nota predominante, con autores de todo tipo de tendencias: clásicos muy cercanos como Jordi Bernet, Juanjo Guarnido, Albert Monteys, Jaime Calderón, Kenny Ruiz o el maestro Prado, junto a europeos como Peeters, Berthet, Manara, los Talbot o Christian Rossi, otros venidos de más lejos como Fumio Obata, o los siempre presentes autores de cómic americanos como Tim sale, Daniel Acuña, McCloud o Finch, sin olvidar cómo no al grandísimo (por su arte y humildad) Jose Luis García López, por citar tan sólo a algunos de los invitados.
Exposiciones también para todos los gustos, centradas en el 75º aniversario de Spirit, el Anacleto de Vázquez, los Cifré, el cómic fantástico, el Capitán América, El Joker, Perich, Gallardo o Paco Roca (centrada en su obra Los surcos del azar).
Concursos, visitas escolares, cosplay fantástico y de superhéroes, talleres y videojuegos...todo el mundo pudo encontrar su espacio.
En cuanto a las tan interesantes firmas de autores, la continua actividad en stands de editoriales y librerías no cesó, acudiendo aficionados de todas las edades, disfrutando de dedicatorias, firmas y dibujos. Como suele ser habitual, Manara acaparó una gran expectación. El maestro presentaba su último trabajo, centrado en la vida de
Caravaggio, una obra excelsa de la que espero su continuación con avidez.
El cómic BD tuvo grandes representantes. Peeters, consolidado y siempre interesante, el gran Christian Rossi o el no menos grande Berthet (que acudieron también a las jornadas de la Fnac, al igual que otros muchos como Calderón); como suele ser habitual en Panini, apareció por sorpresa el enorme Daniel Acuña, y en stands como Aleta la actividad fue continua, así como en ECC o Norma.
ECC trabajó con la doble vertiente de sesiones de firmas gratuitas (en general con dibujo para los primeros de la fila y con firma para los siguientes) y de pago (con cada autor poniendo sus propias tarifas). García López hacía bustos a lápiz por 50 euros, Tim Sale trabajaba por un mínimo aproximado de 120 euros (a tinta y aguadas), y David Finch se disparaba trabajando sólo con el lápiz a precios que permitían comprar originales más que interesantes a otros de los autores allí presentes.
Tengo que destacar la nefasta labor que de manera particular (y sin tener nada que ver con el stand de la editorial) el representante de autores David Macho realizó a la hora de gestionar los encargos de Jose Luis García López. A veces creo que la visión de negocio de ciertas personas es tan estrecha y valora y respeta tan poco a su clientela, que me sorprende que sigan al frente de dichos negocios. Me explico: En cualquier convención seria, ya sea gestionada por el propio autor o por su representante, si el autor toma dibujos de encargo, se apunta a la gente interesada en un listado y (pagándole antes o después de realizar el encargo) el autor va haciendo los encargos por orden de lista (o como quiera organizarse). Eso sería una visión organizada del proceso. Se supone que salvo que el autor desee ir eligiendo aquellos encargos que le apetecen más, el orden de llegada a la mesa del autor marcará el orden de trabajo, y que una vez que esté realizado, el cliente pasará por la mesa a recoger el encargo.
Pues bien, en el caso que nos ocupa, Macho optó porque los interesados en encargar algo al dibujante tuviesen que estar esperando en el propio stand, haciendo fila como si fuese una sesión cualquiera de firmas gratuitas, sin poder irse, puesto que si uno se iba, obviamente cedería su puesto al que allí estuviese. Como el dibujante tardaba del orden de 30 minutos por encargo y el tiempo era limitado, la quinta posición implicaba tener que esperar no sólo el tiempo anterior a que el autor llegase al stand, sino al menos dos horas más para que realizase los 4 primeros encargos, y la posibilidad de que después de tanto tiempo, el autor se fuese, quedándose el quinto sin poder hacerse con ese encargo. El señor Macho obvió este problema, evitando hacer un listado de peticiones y negando la posibilidad de hacer listado para el día siguiente, y por tanto "obligando" de nuevo a esperar durante horas al autor para poder solicitarle de nuevo un encargo. Evidentemente dejó claro que le daba igual que el cliente tuviese que perder horas y horas de su tiempo a lo tonto tan sólo para intentar pagar al autor para que le hiciese un encargo, y desde luego le daba igual quién fuese el que esperaba, puesto que si no era uno el aficionado, sería otro (García López visitaba por primera vez en décadas que yo sepa un salón español).
Para colmo al día siguiente (habréis comprendido que fui yo uno de los afectados, entre otros), después de la sesión gratuita el artista estaba cansado y quería relajarse dando una vuelta, y estando tres personas en fila, el señor Macho nos preguntó si no nos importaba volver a la tarde. Obviamente si el autor lo necesitaba, gracia no me hacía, pero era lo que había que hacer. Eso sí, puse la condición de que nos asegurase los turnos de la tarde por orden en una lista. Lo consultó con el autor y accedió, eso sí, dejando claro que era una excepción y un favor, puesto que no se había hecho antes. Lo que faltaba, condescendencia para rematar, y encima había que darle las gracias...En fin...LAMENTABLE A MÁS NO PODER. Pero como digo esto se refiere simplemente a la gestión personal de una persona particular.
El Saló es siempre un punto de encuentro cultural, un evento abierto a todo tipo de gente de las más diversas procedencias, que se reúnen en torno a un tema central compartido por todos, el nexo de unión, por encima de los intereses particulares o económicos: El amor por y para el cómic, ese arte expresivo que nos tiene subyugados para bien a todos.
En breve ese nexo volverá a aparecer. ¡Nos vemos en mayo!
Fotografías (tomadas con móvil): Javier Cuevas
1-Manara firmando
2-Jordi Bernet
3-Tim Sale
4-Cosplayer de El Ángel, de los X Men
5-Christian Rossi revisando un cómic de Jordi Bernet
6-Jose Luis García López
7-Commission de Tim Sale