Adam Hughes es uno de los grandes de la historia del cómic, sin discusión. Su capacidad como ilustrador está ampliamente demostrada desde hace décadas tras asombrarnos en multitud de series de DC comics (Catwoman, Wonder Woman...), pero a pesar de que este es su trabajo más extenso, no se puede evitar abrir la boca cada vez que se pone manos a la obra y nos regala también los interiores de un cómic.
A pesar de que no se prodiga demasiado narrativamente hablando desde sus inicios (ese descubrimiento grandioso con la Liga de la Justicia de Giffen y DeMatteis, esas páginas que hace aquí y allá de vez en cuando como en el Superman/Batman 75 o en la miniserie Before Watchmen del Dr. Manhattan), cualquiera de sus incursiones en los interiores de un cómic es siempre una buena noticia.
La nueva etapa de Betty y Verónica (Archie Comics) gustará a sus incondicionales y a los amantes de su arte y sentido del humor. Hughes es capaz de meterte de lleno en la historia menor (menor en cuanto a la cotidianidad de la misma) de una pandilla de amigos de una pequeña ciudad que se reúnen, charlan con humor de sus cosas, muestran sus particularidades con gracia e imaginación, e intentan arreglar algo que para ellos es una hecatombe (sin spoilers, en serio, tampoco es una hecatombre, pero bueno, es algo que afecta en cierta manera a todos y que se convertirá en el motivo del conflicto en torno al que Hughes hará moverse la historia).
Hughes domina y gestiona con maestría la expresividad, la narrativa, la magia que hace que todo funcione, incluso aunque no sepas nada anteriormente de los protagonistas de la historia o que la temática no te llame especialmente la atención. Te mete de lleno en la lectura gracias al sentido del humor y consigue que quieras seguir en el camino con él lo que haga falta. Los personajes funcionan y pareces uno más de la pandilla.
Gracias, Adam, por regalarnos esta maravilla.