Etapa mítica que marcó un antes y un después en los cómic Marvel y en la trayectoria del Capi, fue escrita por Steve Englehart y Mike Friedrich y dibujada maravillosamente por un Sal Buscema en plenitud (acompañado por un estupendo Frank McLaughlin y un personalísimo Colletta que marcaba su propio estilo en el resultado final).
La saga determinó la crisis personal de Steve Rogers como portador del escudo y representante del espíritu norteamericano por excelencia, a partir de los acontecimientos narrados en la historia. El Capi no encontraba la esencia con la que había vivido y luchado durante años en aquellos años, y los acontecimientos propiciados por las actividades de este nuevo enemigo terminaban de dar la puntilla a esas sensaciones que Steve ya guardaba dentro de sí.
Se acaba de reeditar en USA la saga, que recopila los números 169 a 176 del Captain America and the Falcon, afortunadamente sólo recoloreando la portada de John Romita (el interior se mantiene como fue publicado originalmente).
Tengo que reconocer que tras décadas oyendo hablar de la saga y deseando disfrutarla, no he podido hacerlo del todo. Está genial Buscema, bien el germen de la historia y las repercusiones de la misma (de hecho es lo que me interesa ahora más leer), pero a nivel de producto, no deja de quedarse bastante anclado en un estilo de alguna manera anticuado. Es cierto que es hijo de su época, pero no podía evitar pensar cómo manteniendo la fuerza de la idea, se podría hacer ahora de manera que enganchase, golpease y te mantuviese en vilo continuamente:
Un enemigo infiltrado que trabaja en la sombra, que socaba desde el interior los cimientos del sistema democrático para aprovecharse de él, que lanza campañas difamatorias contra los verdaderos defensores del mismo, que alcanza hasta los más altos y poderosos puestos de la administración, podría haber sido una historia épica de espionaje, acción, género negro y thriller, y aquí se queda un poco (es natural, no digo que no) en algo con demasiados toques infantiles, con demasiado foco en la lucha a puñetazos contra personajes no ciertamente muy interesantes, y se aleja de todo lo que podría haber sido una saga en que Shield (que también aparece) podría y debería haber llevado la voz cantante en la historia, acompañando al Capi en ella.
McLaughlin realiza una labor hermosa sobre los lápices de Buscema, y Colletta no la realiza malamente, pero sí que aporta ese toque personal que dejaba el estilo acabado en algo más anticuado y algo más sucio, más similar a un Kirby pretérito, alejando el acabado de ese elegante de McLaughlin.
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