Gran película de Alexander Payne (en cuya filmografía hay bastantes trabajos interesantes), cuyo gancho se encuentra realmente repartido: perfecto y lento ritmo, una fotografía en un llamativo blanco y negro, los grandes espacios naturales norteamericanos en torno a las carreteras, un guión soberbio repleto no sólo de gags divertidos, sino de situaciones de la vida cotidiana en torno al drama y la pérdida, un retrato casi perfecto de las relaciones humanas, sus choques e intentos de encuentro, y sobre todo, un elenco de intérpretes soberbio encabezado por el veteranísimo Bruce Dern, que ya fue nominado al Oscar en el año 1979.
Dern interpreta el papel de un anciano serio, poco hablador y de difícil trato, en sus últimos años de vida, cuyo único interés es ir aunque sea andando a recoger un premio de un millón de dólares que una empresa de venta de revistas le ha mandado por correo (un timo en toda regla para vender suscripciones).
La historia de esa búsqueda implicará a su hijo menor especialmente, y en torno a este viaje, se estructura toda una Odisea en la esencia más grecolatina. Lo que el hijo aprenda sobre su padre lo hará al mismo tiempo que el espectador, en un de los grandes aciertos del guión para implicar al espectador.
Todo encaja, todo está en su sitio, todo va atrapando, hace reír o hace ser espectador excepcional de las debilidades y problemas y sufrimiento humanos.
Stacy Keach (el gran Mike Hammer de la pantalla pequeña que tanto me gustaba); la sencillamente maravillosa June Squibb, tan natural, con tanta fuerza y personalidad, sencillez y sensibilidad, que no parece estar actuando sino interpretándose a sí misma; el propio Bruce Dern, que igualmente no parece un personaje, sino alguien real, humano, palpable...Su historia se construye en torno a los testimonios de aquellos que le rodean y conocieron, y es un verdadero manual de cómo contar una historia.
Todos los secundarios están a un grandísimo nivel (Angela McEwan especialmente, en un par de escenas memorables, que merecen ser enmarcadas...).
En definitiva, una de las películas más recomendables del año.
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