Si nos centramos únicamente en la lectura y disfrute de la obra, sin tener en cuenta consideraciones que van más allá de lo que estrictamente nos hace sentir, tendría que decir que seguramente no sea nada revolucionador en sentido general y absoluto, pero que sin duda es una propuesta más que interesante, y una de mis lecturas favoritas del año en curso.
Mazzucchelli, esa enorme leyenda del cómic de cuya etiqueta no podrá nunca huir (tampoco hace falta), aporta una obra madura, diferente, personal y hermosa sobre la propia vida, los errores, el viaje de búsqueda de uno mismo, el arte, el amor, el ego, las pérdidas, emociones y amores que rodean y forman parte de las vidas humanas...y en definitiva sobre las relaciones humanas.
El formato y el estilo minimalistas aportan un toque diferente, influyen en la narrativa (el uso del color o de la composición), y hablan sobre la esencia de la propia historia. Y si nos centramos en los propios personajes, David sabe cómo dotarlos de vida, de encanto (incluso a los más analíticos y aparentemente excesivamente sarcásticos).
Una lectura interesante.
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