Milo Manara creó una sencilla y hermosa fábula en pleno oeste jugando con las convenciones del género, añadiéndole un toque de humor, otro toque de personajes desadaptados, un estilo gráfico detallista y reminiscente (¿o fue al revés?) del de Giraud, y un final que atrapa y no se olvida.
Grande, Manara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario