martes, 18 de septiembre de 2018

La edad de la penumbra

Catherine Nixey, escritora de The Times y antigua docente y estudiante de Historia Clásica de Cambridge es la autora de este interesantísimo libro que nos trae un ángulo y unos detalles diferentes de la versión oficial que se nos ha contado acerca de la expansión del cristianismo de los primeros siglos y del colapso del mundo clásico grecorromano.

Nixey analiza cómo el cristianismo pasó de religión minoritaria en un Imperio Romano extenso y consolidado y con raíces religiosas milenarias consolidadas en el mundo clásico, a un nuevo sistema que poco a poco fue expandiéndose gracias a unos emperadores romanos que fueron acercándose a la nueva religión y que fueron amparando a la Iglesia, al tiempo que dictaban normativas en contra de las religiones antiguas y de los filósofos, a los que persiguieron, torturaron, expulsaron y eliminaron.

Se cuenta cómo la nueva religión a través de sus primeros fieles y bases fundamentales se mostró intolerante, exclusiva, irrespetuosa e invasiva con otras ideas, religiones y maneras de pensar. 
Se arrasaron templos y obras de arte, se robaron y saquearon los templos, se eliminaron por completo edificios ya considerados grandes obras del mundo clásico (como el Serapeum egipcio, que desapareció por completo de la historia), se prohibió la filosofía así como su docencia, se prohibieron las ofrendas a los antiguos dioses bajo castigo físico, y se instauró un sistema de pensamiento en el que todo cristiano debía temer a dios y rescatar del pecado y de los demonios a todo aquel que no se convirtiese, espiándole y denunciándole si era necesario, quemando libros prohibidos en su esfuerzo por separar a la humanidad de los demonios que querían apartarla de Dios.

El mundo clásico, una de nuestras bases como civilización europea, cayó por estas acciones y por la inacción y abandono de estas costumbres milenarias por la presión social cristiana, por efecto de guerras, invasiones, incendios e inundaciones, y por la selección de las obras consideradas como aceptables por aquellos que ganaron esta guerra: la Iglesia. Toda obra considerada inapropiada dejó de ser copiada y por tanto conservada en los monasterios durante la época medieval.

La verdad es que como amante de la historia antigua uno no puede más que sentirse dolido por esta caída, así como por la manera en que se produjo y por la pérdida enorme de riqueza cultural que supuso.

Un libro más que interesante.

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