Tengo que reconocer que soy un enamorado del blanco y negro, así que este tipo de ediciones en las que se priva al resultado final del color suelen tentarme. En el caso que nos ocupa se trata de la edición en tapa dura del clásico de Frank Miller y Klaus Janson.
Sin extras más que las portadas nuevas al estilo Sin City de Miller, y básicamente con la obra original (para qué más), una nueva relectura de esta edición me ha traído sensaciones nuevas. Tal vez también porque cada nueva lectura aporta algo diferente, al haber cambiado uno desde la última vez, y también porque los clásicos son así: son tan ricos que aportan siempre algo, y algo distintivo en cada visita.
Algo tiene el blanco y negro de todas formas que hace que se cambie algo el ángulo de lectura: Al tiempo que el color aporta información indispensable y ambientación, la falta de él trae una limpieza, una fuerza y una esencia que seguramente no se consiga nunca con él. Por tanto en esta ocasión las sensaciones han sido más directas, limpias y profundas, sin distracciones innecesarias por decirlo de algún modo: la historia se ve con más fuerza, y los personajes están más vivos, son más reales, sus gestos son más profundos, lo que permite aun disfrutando igualmente del dibujo, ahondar en la importancia y mayor peso de la historia.
Ahora tengo Mad Love Noir pendiente...¿cuál seguirá?
No hay comentarios:
Publicar un comentario