La adaptación al cómic de la historia original de Neil Gaiman (por Mike Carey y Glenn Fabry) resulta ser una lectura entretenida, sencilla y sin demasiadas complicaciones, en la que más que desarrollar personajes se juega con la interacción entre ellos a partir de la trama principal.
El surrealismo y los mundos paralelos a la realidad cotidiana marcan la base de la historia: otro Londres bajo el que conocemos, un mundo de laberintos , puertas secretas, amenazas oscuras y vidas desconocidas.
La resolución se deja de complicaciones innecesarias y va al grano, y en general se disfruta de una lectura ligera en ese otro mundo que nos hace pensar en si lo que conocemos es realmente todo lo que hay o no.
Fabry, a pesar de su evolución y crecimiento posterior como artista (la obra tiene 10 años ya), cumple con su parte con creces y le da a la historia esa solvencia y solidez que la hacen crecer más allá de lo que el texto aporta.
Nada imprescindible, pero correcta lectura.
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