In extremis acudí a las Jornadas que he visitado en las seis últimas ediciones, lo que también me da cierta perspectiva de la evolución de las mismas durante este último tramo.
Tras un par de años de recortes económicos (el año pasado hubo media carpa, y esta edición ya no la hubo; no hubo programa impreso, ni tampoco la famosa guía diaria de las jornadas, y las exposiciones se redujeron también, así como tampoco se vieron los conocidos muñecos que adornaban el evento por las calles; por otro lado la cantidad de autores invitados también vio recortado el número de asistentes) que podrían haber dado que pensar que las jornadas peligraban, hemos podido de nuevo disfrutarlas como (casi) siempre.
Pese a todos estos recortes, las Jornadas siguen ofreciendo aquello a lo que estamos acostumbrados:
Exposiciones, numerosas charlas, la posibilidad de conocer a nuevos autores y amigos, nuevos e interesantes trabajos en el mundo del cómic...Eso en sí ya es algo que debemos saber apreciar, y más con la que está cayendo.
Este año la plaza del auditorio estuvo menos activa, puesto que el hotel y cafetería al que siempre acudíamos cerró sus puertas definitivamente en diciembre, dejando en la calle a sus trabajadores (Alfonso y sus compañeras). También el Hotel Luzana ha cerrado definitivamente su actividad...Al menos la mayoría de sus trabajadores han podido encontrar nuevos trabajos. Eso provocó que las firmas en terrazas se movieran a la plaza del ayuntamiento (donde también nos atendieron con alegría y amabilidad) y que la organización dispusiese de unas mesas para firmas en las tardes, justo donde se ubicaba la carpa.
Todo eso ayudó, aunque el último día las mesas no se pudieron usar por la lluvia (y suerte que tuvimos que el resto de la semana hizo buen tiempo).
Las actividades nocturnas ganaron con el acuerdo con un local de la zona, donde se podía acudir hasta entrada la madrugada, en un buen ambiente y sin molestias de aires, corrientes, lluvias y demás problemas de la carpa (amén de mejores precios y mayor oferta).
Con respecto a los autores invitados, se notó que la enorme variedad y cantidad de años anteriores se ha estabilizado en una cierta muestra donde se combinan autores patrios y extranjeros, alguna figura clásica del cómic de superhéroes y del cómic norteamericano (David Micheliene y James O´Barr en esta ocasión), autores de corte europeo (Alary, Homs) e inglés (Grist, Pugh)...un buen montón de buenos y talentosos autores españoles (la mayoría trabajando para el mercado Usa) y una gran figura de gancho pijamero (Lee Bermejo) a grandes rasgos.
Pierre Alary recibió merecidamente el premio al autor más molón (el que conecta más con los fans, y que por lo general se desvive por ellos durante horas y horas para que todos tengan su firma y dibujo correspondiente). Steve Pugh se lo puso complicado. Grist también se aplicó bastante a la tarea.
El autor más guapo fue evidente en cuanto Bermejo plantó el pie en las Jornadas. No hay más que decir.
Camuncoli compartió su arte y su alegría y simpatía (además de su más que aceptable español).
El duelo de dibujos en el bar la última noche fue realmente divertido: Los dibujantes de Zander Comics se enfrentaban a los de la organización dibujando temas al azar de dos palabras. Por ejemplo: Perro y Obama.
Algunos dibujos fueron más que originales, y el ganador fue Norberto, aunque los chicos de Zander demostraron su buen hacer.
La Vuelta ciclista a España pasó por la misma plaza del Ayuntamiento, congregando a múltiples personas. Lo divertido era ver cómo ancianas con bastón atravesaban de un lado a otro de la acera minutos antes de que pasasen los ciclistas y con todo ya preparado para que lo hiciesen.
Emotiva como siempre fue la despedida de Ángel de la Calle, demostrando su dominio de la retórica y su amor por la lectura y por el medio.
Las charlas más divertidas e interesantes a las que asistí: David López y Lee Bermejo. Risas, chispa y anécdotas curiosas junto al repaso de sus interesantes trabajos.
Y para finalizar esta primera toma de contacto, una reflexión:
En estos últimos años los cazadores de dibujos hemos (me incluyo) proliferado a mansalva (quizás demasiado en determinadas ocasiones). Como consecuencia de ello, o de alguna manera relacionado (el mundo del cómic se abre camino y eso está bien, llegando a más gente), parece que a todo el mundo le apetece tener un dibujo de algún autor. Eso está bien, no hay duda. Lo que me gustaría llevar un poco a la reflexión es cómo eso ha transformado de alguna manera el sentir y la razón de ser de estas Jornadas que tanto quiero (aparte habría que poner si todos estos cazadores de dibujos realmente son aficionados al medio y lo apoyan, o sólo se dedican a perseguir a los autores porque no tienen nada mejor que hacer, pero ese es otro tema):
Yo soy el primero en apoyar el tema de los dibujos de encargo en las convenciones de comics. Son el motor de que los autores puedan desplazarse y hacer caja, que les convenga ir a determinado lugar porque podrán hacer negocio con su arte. Me parece perfecto y yo así lo he apoyado siempre, porque sin autores no hay jornadas. Ahora bien, sin fans, tampoco hay Jornadas...ni autores. Si los fans que acuden con dinero fresco copan a los autores encargándoles dibujos, aquellos que no tienen tántos medios económicos como para pedir ese detalle por parte del autor, se quedarán sin él indefectiblemente (o al menos algunos de esos fans, si no todos).
Y eso es así porque aunque algunos autores combinaban ambas facetas (encargos pagados y dibujos gratuitos), se podía estar detrás del autor durante tres días consecutivos sin saber si se podría conseguir el tan deseado dibujo. Si los fans no pueden acceder a lo que les gusta...¿para qué se van a molestar en ir a las Jornadas?
Todo esto se refiere al modelo mezcla que tenemos ahora mismo. Me explico:
En España estamos malacostumbrados a que los autores dibujen gratis.
Si un autor viene por su cuenta y se paga sus gastos, evidentemente tendrá que sacarlos de alguna parte, por lo que hacer dibujos de encargo es al 100% la mejor solución y perfectamente entendible y asumible.
Ahora bien, si al autor se le pagan los gastos por parte de la organización, no se entiende que este exclusivamente se dedique a cobrar por todos los dibujos que hace (o que intente cobrar dos euros por cada autentificación de la firma que te acaba de hacer, en una fotocopia cutre). Al menos debería tener el detalle para con los organizadores y los fans que le admiran de devolver parte del gesto de buena voluntad con una pequeña muestra de entendimiento.
Por todo esto (cuando un autor deja de dibujar gratis a unos fans porque vienen otros después y le hacen un encargo que va a cobrar) se podría decir que el espíritu de Avilés ya no es el que era, y que se está transformando en algo que ya tienen los otros salones: un mercado en el que el que posee los bienes, aprovecha el sistema, mientras que el que no los tiene, se queda a las puertas. Y eso sí que hay algunos a los que no nos gusta demasiado...
Fotos: Original de David López, Charla de Paul Grist (por Óscar Martí) y james O´Barr en las terrazas.