Neil Gaiman tiene unas tablas que ya quisiera todo orador que se precie de serlo delante de un público numeroso, como el que llenó la Sala Negra de los Teatros del Canal hace unos días en Madrid.
En la extensa charla, Gaiman comenzó contando sus experiencias recientes visitando un campo de refugiados sirios desplazados en la actualidad de su país por el conflicto armado. En esa parte de la charla se centró en comentar fragmentos de pequeñas y tristes historias de los habitantes del campo, aunque siempre desde el punto de la esperanza y de la unidad entre todos ellos para superar las dificultades.
Tras este (triste) inicio, se centró en comentar sus últimos trabajos y en la manera en que los había creado, principalmente con "El océano al final del camino", en el que el protagonista, un niño de 7 años, está basado en él a dicha edad.
Escribió la novela mientras tenía más encargos por hacer, como un relato corto para su mujer, a la que echaba de menos (estaba de viaje grabando un disco) para leérselo antes de ir a dormir. El relato creció en un relato largo...una novela corta...y finalmente una novela, hasta que llamó a su editor y le dijo: "He escrito una novela. Pero no lo volveré a hacer, no os preocupéis (risas)"
También charló sobre sus experiencias trabajando en otros ámbitos como las adaptaciones cinematográficas o los videojuegos, y tras un par de preguntas del público asistente, tomó un poco de aire y firmó a todas y cada una de las más de 200 personas que acudieron con un par de ejemplares (uno novedad por imposición editorial y otro título de su elección). Unas palabras, una foto, las firmas, y la mejor de sus disposiciones.
Un estupendo evento que continuó al día siguiente con sesiones de firmas en la Feria del Libro de Madrid.