Batman y el chico maravilla: una nueva decepción.

La serie estrella de la línea All Star es sin ninguna duda el Superman de Morrison y Quitely. Morrison sabe jugar y aprovechar la ingente cantidad de páginas de la ya extensa vida del reportero kriptoniano para ofrecernos un espectáculo lleno de imaginación, buenas y originales ideas, que se disfruta página a página, y que nos hace preguntarnos qué nos deparará la siguiente y deseada nueva entrega. Quitely está en estado de gracia, y tanto su narrativa como los pequeños detalles (ese Clark torpe e inseguro que tan bien interpretó Reeve) son una verdadera delicia para la vista.

Por desgracia, todo lo contrario ocurre con la serie paralela de Miller y Lee.

Jim Lee hace un buen trabajo en general, aunque abusa de las splash, lo que repercute en la fluidez de la lectura. A excepción de algunas páginas que muestran cierto apresuramiento en el trazo, Lee es sólido y caracteriza bien a los personajes (ese Batman que linda con la locura, ese Robin aún niño...).

El color basado en los tonos azules y rojizos apagados resalta la espectacularidad de las páginas. Pero el problema no radica en el apartado gráfico (buenas las portadas de Miller también, sencillas y con ese trazo apresurado pero con fuerza), sino en la propia historia. Los pequeños aciertos de conceptos o de ideas no compensan la pesadez y el aburrimiento, la repetición en la que cae el guión. Caracterizar a un personaje no requiere de la repetición hasta la saciedad de frases manidas y sin originalidad. De hecho, ese abuso provoca que se pierda el enfoque y nos encontremos fuera de la historia, al perder toda la credibilidad que deberían poseer. El infantilismo que rezuma la serie en los personajes principales no concuerda con el tono presumiblemente decadente, oscurantista y de podredumbre moral absoluta que Miller quiere impregnar hasta la saciedad a Gotham. Malos diálogos y una triste sensación de "me he leído el comic en 10 minutos y no me ha dicho nada" completa el pack. Me quedo con Morrison y Quitely.