martes, 29 de julio de 2008

El Conan de Robert E. Howard


Llevado por las maravillosas ilustraciones de Mark Schultz, comencé a leer las novelas del escritor tejano sobre el bárbaro cimmerio hace unos meses.
Tras acabar de leer la totalidad del Sherlock Holmes de Conan Doyle me pareció lo más adecuado seguir un poco en la línea de aventuras con otro de los personajes clásicos de la literatura.
Dentro del género de espada y brujería y aventuras, nos encontramos con historias llenas de misterio, con un toque sobrenatural, en un marco histórico que mezcla realidad y ficción a la manera de las novelas históricas actuales, aunque creando un mundo propio con pueblos, nombres y personajes inventados.
El conflicto entre el mundo bárbaro y el civilizado es evidente, tomando parte activamente el autor por el primero: Un mundo libre, sin dobleces, natural y justo -donde se acepta la muerte y el dolor, pero donde la búsqueda de la justicia y la empatía también tienen cabida-, en continuo conflicto con el segundo, pervertido, lleno de traiciones y de avaricia. Siempre hay un tono pesimista en el mundo de Conan, pese a la vitalidad de la visión del mundo bárbaro, que impregna las historias de manera inequívoca. Una lucha continua contra el mundo y contra uno mismo que desembocará invariablemente en la pérdida, el olvido y la muerte, y de la que no cabe más que su continuación, porque pese al cansancio y al hastío, es lo único que nos hace ser lo que somos. Abandonar no es posible para Conan. Tan sólo apretar los dientes y lanzarse de cabeza contra las huestes en un último intento por sobrevivir, o por caer como el hombre valiente que es. Os dejo con una de las citas más hermosas, de La reina de la costa negra:
"He conocido muchos dioses. Quien niegue su existencia está tan ciego como el que confía en ellos con una fe desmesurada. Yo no busco nada después de la muerte. Puede que exista la oscuridad de la que hablan los escépticos nemedios, o el reino helado y nebuloso de Crom, o las llanuras nevadas o los grandes salones de piedra del Valhalla de los habitantes de Nordheim. No lo sé, ni me importa. Que me dejen vivir intensamente mientras viva; quiero saborear el rico jugo de la carne roja y sentir el sabor ácido del vino en mi paladar, gozar del cálido abrazo de una mujer y de la jubilosa locura de la batalla cuando llamean las azules hojas de acero; eso me basta para ser feliz. Que los maestros, los sacerdotes y los filósofos reflexionen acerca de la realidad y la ilusión. Yo sólo sé esto: que si la vida es ilusión, yo no soy más que eso, una ilusión, y ella, por consiguiente, es una realidad para mí. Estoy vivo, me consume la pasión, amo y mato; con eso me doy por contento".

1 comentario:

Anwar dijo...

Aviso: Cambio de look de mi blog. Un saludo

Anwar