La capacidad creativa, descriptiva y de recreación de personajes y hechos pasados de la autora australiana es asombrosa. Gracias a su prosa novelesca podemos imaginar el ambiente, los gestos, los conflictos internos de cada uno de los personajes: maravillarnos del rico y beatífico mundo interior de Octavia y al mismo tiempo de la frialdad calculadora del poderoso Octavio, su hermano; podemos caminar por el Foro romano como si estuviésemos allí mismo y conocer las intituciones y las formas de vida del mundo antiguo; revivir a través de la palabra a Reyes que marcaron época, a imperios que cayeron uno tras otro ante el poder de Roma...
Colleen nos ha legado un tesoro inmenso e irrepetible en la serie de novelas sobre la antigua Roma que empezó con El Primer Hombre de Roma. Le siguieron La corona de Hierba, Favoritos de la Fortuna, Las mujeres de César, César, El Caballo de César, y finalmente, Antonio y Cleopatra, donde se nos narra el conflicto final entre los triunviros Marco Antonio y Octavio y la relación entre los tres principales protagonistas. Las novelas abarcan los acontecimientos principales ocurridos en Roma y en sus zonas de influencia desde el 110 a.c. al 27 a.c., con Octavio Augusto afianzado en el poder.
Es verdad que el reparto menos coral ha hecho ligeramente menos interesante el devenir de la serie por la disminución de la riqueza de las interacciones entre el importante número de principales que existía anteriormente, y que personalmente, me resultaba mucho más atractiva la época anterior -con los irrepetibles conflictos sociales, políticos y personales entre el bando procesariano y sus enemigos, por poner un ejemplo-, pero esto no es óbice para seguir siendo absorbido por la magia de la escritora australiana. Antonio y Cleopatra se devora igualmente, con la angustia de encaminarnos paso a paso al final de la apasionante e interesante lectura, y con la esperanza de que la veterana Colleen está interesada en proseguir su trabajo en la serie.
Cruzaré los dedos para que haya una nueva entrega...
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