"Aunque no es alguien que normalmente hable con desconocidos, R. estaba tan asombrado por la coincidencia que no se pudo callar.
-Lo crea o no -le dijo a la joven-, he buscado ese libro por todas partes.
-Es estupendo -respondió la joven-.
Acabo de terminar de leerlo.
-¿Sabe dónde podría encontrar otro ejemplar? -preguntó R-. No puedo decirle cuánto significaría para mí.
-Éste es suyo -respondió la mujer-.
-Pero es suyo- dijo R-.
- Era mío -dijo la mujer-, pero ya lo he acabado. He venido hoy aquí para dárselo".
Paul Auster
(El cuaderno Rojo)
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